¿Qué son los químicos disruptores endocrinos (EDCs) y cómo se vinculan con nuestras enfermedades crónicas?

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Sandra Cortés A. PhD

Departamento de Salud Pública – Facultad de Medicina UC 

Investigadora asociada del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDiS)

y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS)

Los EDCs son contaminantes ambientales que interfieren con el funcionamiento del sistema endocrino. Este sistema está formado tanto por las glándulas endocrinas, por ejemplo, la hipófisis, la tiroides, el páncreas o los testículos, las hormonas que estas glándulas producen y los órganos que responden al mensaje transmitido por las hormonas. Las hormonas actúan como mensajeros que comunican distintos órganos y controlan procesos biológicos fundamentales, desde el crecimiento y el desarrollo, hasta el sueño, la digestión o el parto. No hay más de cincuenta hormonas identificadas, muchas de ellas comunes para seres humanos y animales. Por ejemplo, estrógenos y testosterona, que ayudan a controlar el desarrollo sexual, la hormonas del «bienestar», tales como la serotonina, las endorfinas y oxitocina que regulan, entre otros procesos, el estado de ánimo.

Los EDCs alteran el normal funcionamiento del sistema endocrino interfiriendo sobre la síntesis, secreción, circulación o unión a los receptores hormonales específicos de las hormonas, de manera que aumentan o disminuyen sus niveles o afectan la respuesta del organismo. Nuestro sistema endocrino es extremadamente sensible, por lo que los EDCs pueden ser peligrosos incluso en cantidades ínfimas, tales como partes por billón, es decir, el equivalente a una gota de agua en 20 piscinas olímpicas, concentración a la que actúan las hormonas.

Hay diversas estimaciones sobre la cantidad de sustancias químicas de síntesis que hoy están presentes en nuestra vida, habiéndose dado la cifra de unas 35.000, por lo que no es de extrañar que para más de mil se hayan descrito actividades de disrupción endocrina, y eso teniendo en cuenta que solo una pequeña fracción de estas moléculas han sido evaluadas por sus efectos sobre el sistema endocrino.

Entonces ¿Qué son los disruptores endocrinos?

Son sustancias químicas de síntesis elaboradas por el ser humano que una vez dentro de un organismo vivo afectan al equilibrio hormonal. Algunos ejemplos son: bisfenol A (BPA), los bifenilos policlorados (PCB), metales (plomo, cadmio), y algunos plaguicidas (clorpirifos).

¿Dónde están estos disruptores endocrinos?

Se encuentran en muchos procesos industriales y muchos productos de uso generalizado como pesticidas, plásticos, textiles o cosméticos. Algunos de estos productos se usan para controlar plagas, otros están en pinturas, selladores, plásticos, utensilios de cocina, fragancias, jabones antibacterianos, cosméticos y productos de cuidado personal, electrónica, suministros médicos, ropa y muebles. Por ejemplo, el BPA y otros bisfenoles similares son los componentes básicos, o monómeros, de los polímeros que conocemos como plástico policarbonato o resina epoxi. Algunos son aditivos que se utilizan para que los plásticos sean más flexibles y tengan resistencia a la rotura, tales como los ftalatos, y los estabilizadores de la luz UV. Otros, como los PFAS -sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, que son altamente persistentes en nuestro cuerpo y el medio ambiente- se utilizan en diversos productos de papel y cartón para hacerlos resistentes al agua y a las grasas, también en envases alimentarios, utensilios de cocina antiadherentes como sartenes, en la ropa y textiles repelentes de las manchas o en la espuma de los extintores antiincendios. Por último, otros EDCs se emplean como retardantes de llama y se encuentran en textiles y tapizados, productos para bebés, asientos de coche, circuitos electrónicos y otros artículos para frenar la propagación del fuego.

En ocasiones, los EDCs son subproductos generados en diversos procesos industriales. Por ejemplo, las dioxinas se generan durante la fundición de metales, la incineración de residuos y el blanqueo de la pasta para la fabricación de papel, o en los procesos donde se queman combustibles como el carbón, el petróleo y la madera.

También se han incluido entre los EDCs algunos compuestos químicos de origen natural. Buen ejemplo de ellos son losfitoestrógenos contenidos en plantas como la soya, la avena y otras plantas, y los micoestrógenos, provenientes de algunas especies de hongos. En ambos casos, la exposición humana y animal ha ocurrido desde tiempos remotos por lo que adaptación a sus consecuencias puede haber tenido lugar y no ocurre con el apremio que presenta averiguar las consecuencias de la exposición a los EDCs de nueva síntesis. 

¿Cómo entran a nuestro cuerpo los disruptores endocrinos?

Dado lo ubicuo que son los EDCs, pueden ingresar a nuestro organismo por vía digestiva con los alimentos y el agua, por vía dérmica ya sea por la manipulación de materiales o el uso de cosméticos, o mediante la inhalación de compuestos volátiles, semivolátiles o partículas. Algunos de los EDCs pueden trasmitirse desde la madre al feto a través de la placenta o al lactante a través de la leche materna. Otros EDCs son de muy difícil metabolización y se acumulan en la grasa (como los pesticidas organoclorados o Compuestos Orgánicos Persistentes) o ligados a proteínas (como los PFAS o Forever chemicals) donde permanecen durante años. Evidencias internacionales demuestran que casi todas las personas tienen EDCs en su organismo ya sea por exposiciones antiguas de compuestos no metabolizados o por exposiciones recientes.

¿Existen riesgos para la salud por el contacto con disruptores endocrinos?

Si, estos químicos pueden tener una amplia gama de efectos sobre la salud, dependiendo de los órganos blanco o preferidos para cada uno. En el sistema reproductor, exposiciones a EDCs se han asociado con malformaciones congénitas, cáncer en órganos hormono-dependientes, endometriosis, pubertad y menopausia femenina precoz, disminución del recuento de espermatozoides, aborto espontáneo, y bajo peso al nacer. Otras manifestaciones inflamatorias y crónicas como la obesidad, alteraciones metabólicas, diabetes, alteraciones cardiovasculares, autoinmunes o alérgicas pueden incrementarse. También se han reportado daños cognitivos, del desarrollo, y otros trastornos neurodegenerativos. 

Siempre es pertinente considerar que muchas de estas alteraciones son multifactoriales y que puede haber interacciones de estas sustancias con otros factores de riesgo, tales como características genéticas y epigenéticas, o de estilos de vida tales como el tabaquismo, el consumo de alcohol o nuestras preferencias dietarias, que dificultan el establecimiento de una asociación entre exposición y daño. Igualmente, es necesario tener siempre en consideración que los EDCs pueden actuar de forma combinada entre sí, y con las hormonas endógenas, y que el resultado de exposiciones a múltiples EDCs podría converger en un efecto sumatorio o antagónico, lo que se ha llamado el “efecto cóctel”. 

¿Existen grupos de personas que pueden tener mayores riesgos al exponerse a los EDCs?

Dado que algunas hormonas regulan el crecimiento y el desarrollo, los fetos, y los niños lactantes son poblaciones de riesgo. Igualmente puede darse el caso de que exposiciones en épocas tempranas de la vida tengan su expresión como una propensión a enfermedad más tarde en la vida, dentro del contexto de la capacidad epigenética que tienen hormonas y EDCs. 

Así también existe mayor probabilidad de que se expresen los efectos adversos en los grupos de personas que trabajan, fabrican o usan estas sustancias químicas. De igual manera, las comunidades más desprotegidas, con bajo nivel socioeconómico o con menor acceso a salud pueden ser más vulnerables a exponerse más y mostrar más daño. 

¿Cuál es el rol de los diferentes actores relacionados con la exposición a disruptores endocrinos?

Muchas empresas conocen los riesgos asociados al uso de EDCs, de hecho, varios de estos compuestos tienen regulaciones para reducir algunas de estas exposiciones en los trabajadores, tal como ocurre con algunos metales y plaguicidas. Sin embargo, varias de estas sustancias son de producción reciente y no están reguladas. 

Se hace muy difícil para los gobiernos evitar la completa exposición a esos EDCs en la población general si estos no están bajo vigilancia. En general, las sustancias químicas industriales no tienen que someterse a pruebas para comprobar sus efectos sobre el sistema endocrino antes de salir al mercado, a diferencia de lo que ocurre con los medicamentos o con suplementos dietarios. 

Frecuentemente, es la academia la que demuestra la ocurrencia de estas exposiciones dado que se miden en matrices ambientales u ocasionalmente mediante estudios de biomonitoreo de estos agentes en personas. En Latinoamérica se dispone de regulaciones ambientales para algunos de estos compuestos, para así reducir la exposición a través del aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que ingerimos. Aun así, existe un problema respecto a la proporción de lo que se regula versus lo que se detecta en el ambiente. Hay mucho por avanzar en el aspecto regulatorio, especialmente cuando nos comparamos con los países desarrollados.  

¿Existen medidas personales para evitar el contacto con los disruptores endocrinos?

Aquí se listan algunas medidas que las personas podemos tomar para reducir el riesgo en el hogar y en la preparación de los alimentos:

  • No calentar alimentos en el microondas usando envases plásticos
  • Evitar elementos recubiertos con PFAS y otros utensilios de cocina antiadherentes. 
  • En la cocina preferir el uso de elementos hechos de hierro fundido, acero inoxidable, vidrio y cerámica apta para alimentos.
  • Beber agua de la llave, en lugar de agua embotellada en envases de plástico, especialmente en las grandes ciudades. 
  • En zonas con deficientes condiciones sanitarias, consultar a la autoridad sanitaria respecto a las fuentes de agua que sean aptas para consumo humano. De cualquier manera, se puede hervir el agua y clorarla antes de su uso. 
  • Respecto a los plaguicidas y residuos químicos en alimentos, preferir el consumo de alimentos de producción orgánica. 
  • Reducir al mínimo el uso de insecticidas, ambientadores y otros productos químicos dentro del hogar. 
  • Airear las viviendas y utilizar aspiradora, que es mejor que barrer para eliminar el polvo interior.

Se agradecen los aportes, comentarios y edición del Dr. Nicolás Olea Serrano, Catedrático de la Universidad de Granada – Departamento de Radiología y Medicina Física, y de Jenny Ruedlinger Standen, Departamento de Salud Pública-Facultad de Medicina UC.

Fuente:

Resumen de Environmental Health News (https://www.ehn.org/what-are-endocrine-disrupting-chemicals-2662337230.html)

Referencias adicionales:

Endocrine Disruptors (https://www.niehs.nih.gov/health/topics/agents/endocrine/index.cfm)

Kinkade CW, et al. Impact of Fusarium-Derived Mycoestrogens on Female Reproduction: A Systematic Review. Toxins (Basel). 2021 May 24;13(6):373.